Las mariposas del Señor Gris


…Siempre el mismo camino. Todas las mañanas, tempranito, a las 6:00, un beso a Leticia y dale que te dale por la senda que cruza el bosque.

¡A las 7:30 fichar tarjeta y a laburar!

A las 16:00 vuelta a casa, el mismo bosque, la misma huella, beso a Leticia y a mirar un poco de T.V. hasta la hora de cenar. Será por eso que dejaron de llamarme Ernesto y ahora me llaman Gris.

Muchos dicen por qué no me mudo al pueblo: que queda más cerca del laburo, que el cine está a la vuelta, bla… bla… bla… ¡El pueblo! Yo crecí a “las afueras”, en esta misma casita y me acostumbré al gallinero, a sembrar maíz y todo eso.

Correteaba tanto por el bosque que llegué a conocerlo mejor que la palma de mi mano. ¡No! ¡A mí nadie me mueve de acá!

Claro, después me casé, vinieron los chicos, la chacrita ya no daba para morfar y tuve que laburar en la fábrica.

Me acuerdo como si fuera hoy. La fábrica, nuevecita, recién pintada, con sus altas chimeneas que eran de ladrillo rojo y ahora… ¡mírenla! Toda gris y herrumbrada… como yo.

A mí me gusta caminar por el bosque. Y más en esta época del año, porque se llena de mariposas.

No son como las de antes, pero, ¡mariposas al fin!

Porque las de antes eran… qué se yo, más blancas, hasta parecían más grandes. Hablo de la época en que me llamaban, Ernesto. Y no había fábricas, ni tampoco existía la gran usina, con sus altas chimeneas que día y noche lanzaban columnas de humo a un cielo cada vez más pálido.

Saben, tengo una colección de hermosas mariposas. Todas muy bien guardadas desde hace ya casi 50 años.

Empecé a coleccionarlas a los 10 u 11 años. Las cazábamos con redes muy finas que hacíamos con las medias de seda de mi vieja. Poníamos tanto cuidado para no estropear sus alas que parecía que estábamos agarrando pompas de jabón.

Todos los fines de semana voy a cazarlas con mi nietita. Es como una tradición familiar. ¿Qué curioso no? En estos 50 años las mariposas fueron cambiando poco a poco. Es como si el humo las hubiera manchado. ¡Ba! Eso digo yo, aunque Ricardito, mi hijo mayor me dio una larga explicación.

¡Es un bocho este Ricardito! Ya no vive con nosotros. Trabaja en la universidad. ¡Quién lo diría!

Investiga sobre la genética el pibe. Yo no sé bien de qué se trata, pero parece que es muy importante.

Pero ¿Saben por qué les cuento todo esto a ustedes? Porque Ricardito me pidió la colección de mariposas para estudiarla en la facultad. Y a mí me entristece un poco desprenderme de ella.

No puedo negársela, por su puesto. ¡Mi inocente colección tiene valor científico! Aunque ustedes no lo crean.

Él, Ricardo digo, tiene toda una teoría sobre este asunto de los cambios de las mariposas.

Dice que cuando yo era Ernesto las mariposas de este bosque eran blancas como la nieve. ¡Mi colección lo demuestra!

A veces, una que otra salía pardita y ¡Zas! Un pajarito daba cuenta de ella fácilmente o nosotros la cazábamos como un bicho raro. Ahora lo recuerdo, era como tener la figurita más difícil.

Su hermoso cuerpo marón se distinguía perfectamente sobre la clara corteza de los árboles. En cambio, a las blancas era jodido verlas. Si, había que tener vista de águila para darse cuenta que estaban quietecitas sobre el tronco. Modestamente eran mi especialidad. Pero parditas había pocas por aquí, y así fue por mucho tiempo. Hasta que las industrias fueron poniendo todo gris, hasta a los hombres. Los arboles se fueron oscureciendo con el hollín que se pegaba a sus troncos. Eso dice el Ricardo, por lo que es yo ni cuenta me di. Año tras año había más parditas. Ya eran figurita repetida.

Si se fijan con atención en mi colección, se ve claramente todo esto. Y bueno, pasaron los años y cada vez era más fácil venir con la red llena de mariposas oscuras y de vez en cuando alguna blanquita, que para mí traían en sus alas recuerdos de juventud.

¡Adivinaron! Ahora la vista de águila había que tenerla para cazar a las pardas, tanto se confundían con la corteza sucia de los árboles. Mi nieta es especial para eso. Yo ya veo poco. Soy especialista en cazar blancas como antes. Parece que con los años me hice un poco pájaro.

Pero mejor voy embalando la colección porque ahí llego Ricardito y no quiero que me vea tan bajoneado por una simple colección de mariposas.




¡Viejooo!, ya llegué, ¿Está la colección?


Si Ricardo, todo está listo. Hijo, si sacas el óscar acordate de cuánto ayudó la manía de tu viejo.


El Nobel papá, el Nobel si hasta tengo pensada la dedicatoria. Ya la estoy viendo en letra de molde:


A MI PADRE: ERNESTO GRIS

POR SU ABNEGADO TRABAJO DE CAMPO

SU HIJO, DR RICARDO GRIS


Aljanati, D (2007) La vida y el Universo, Colihue, Bs As, pp. 51-59


Explicar: producir enunciados que enumeren características, cualidades del objeto, hecho o fenómeno que se estudia, estableciendo relaciones causales entre las razones o argumentos formulados, sólo importa el contenido de los enunciados


Comparar: establecer igualdades y diferencias entre los objetos o hechos estudiado


Resolver:
  1. Ensayen posibles explicaciones (hipótesis) ante el cambio de color de las mariposas. (este punto les solicita a los alumnos aplicar la habilidad cognitiva lingüística definir y explicar en un texto explicativo)
  2. ¿Cómo relacionarías este cuento con las actividades realizadas anteriormente? Justificar (este punto les solicita a los alumnos aplicar la habilidad cognitiva comparar y la cognitiva lingüística justificar en un texto argumentativo)
  3. Se realiza una puesta en común, se aclaran y vuelvan a ver algunas dudas que hubieran surgido en el transcurso de dicha actividad. Se reescribe el texto entre todos