La vida en la Antártida


La Antártida es el último continente alcanzado por los seres humanos y, a diferencia del Ártico, carece de habitantes autóctonos. Su población se renueva periódicamente y se concentra, sobre todo, en las bases. Está integrada por científicos y técnicos que realizan tareas de investigación y por personal que desarrolla labores logísticas, y es mucho más numerosa en verano, época en la que tienen lugar la mayoría de las campañas científicas. Cada día vivido en la Antártida resulta un desafío, debido a las condiciones propias de un medio tan inhóspito. Además del trabajo específico de cada uno, todos deben cumplir tareas comunitarias que contribuyen a la supervivencia y bienestar del grupo, como colaborar en la limpieza, la obtención de agua, el tratamiento de residuos, etcétera.




Curso antártico

La vida en la Antártida inicia un año antes del viaje, porque previamente el personal debe capacitarse, estudiar cómo es la Antártida y cómo sobrevivir. El curso incluye una Etapa Técnica Polar, dictado por el Comando Conjunto Antártico, se desarrolla en la localidad neuquina de Caviahue, donde los participantes reciben instrucción de supervivencia, esquí, operación con botes neumáticos, navegación terrestre, conducción de vehículos antárticos, actividades de mantenimiento de base y operación con aeronaves.

La alimentación del hombre en la Antártida 


Desde la firma del Tratado el continente es considerado una reserva natural, por lo que la población de las bases ha dejado de alimentarse de la fauna local y su dieta depende de los alimentos que llevan desde sus países de origen en buques y aviones para luego ser conservados.

El clima frío obliga a aumentar al doble la ingesta de calorías, es decir, debe ser hipercalórica entre las 4.000 a 5.000 calorías diarias, ricas en nutrientes y vitaminas (A, C y D, especialmente si se realizan trabajos a la intemperie. En cada base la dieta está determinada por las costumbres del país de origen y por los alimentos disponibles,).. En general, es abundante y variada, aunque escasa en alimentos frescos (frutas y verduras), especialmente durante el periodo invernal que carecen de ese tipo de alimento. La dieta incluye un alto porcentaje de comida enlatada que, al ser rica en sodio, favorece el desarrollo de hipertensión especialmente en la dotación permanente.

Asimismo, esta dieta debe adecuarse a la base donde se esté invernando y la disponibilidad de alimentos con la que se cuente. Por ejemplo, en Carlini no se necesita una dieta tan hipercalórica como la que necesita el invernante de la Base Belgrano II, la dieta depende mucho de las temperaturas de la Base donde se esté y de la variedad de alimentos con las que cuente el cocinero, los cuales varían año a año, y además todo es enlatado; frutas y verduras frescas son muy escasas, al principio de la invernada y nulas luego; para el caso de la Base Carlini, como tenemos la posibilidad de que lleguen barcos, tenemos la posibilidad que nos dejen algunas provisiones de frutas y verduras frescas; en cambio las otras bases no tienen esa posibilidad, mucho menos Belgrano II. Las cantidad de calorías son importantes porque es imprescindible mantener la temperatura corporal, como así también para realizar la gran cantidad de actividades físicas que se desarrollan en las distintas actividades que se generan tanto en la base como en sus alrededores."

La alimentación en bases permanentes y en buques es bastante similar y depende de la habilidad del cocinero para conjugar las calorías necesarias, el buen sabor y la variación en los distintos platos.

En los campamentos, la vida al aire libre exige una ingesta calórica todavía mayor. Suele consistir en un desayuno fuerte antes de salir a trabajar, alimentos ligeros y bebida caliente en el terreno, y una cena abundante al regresar. La lista de los alimentos disponibles incluye: carnes blancas y rojas, legumbres, verduras enlatadas y frescas, como patatas, cebollas, etcétera. También se dispone de lácteos y fiambres. Para cocinar se cuenta con combustible líquido o gaseoso, y cocina portátil. Para conservar los alimentos se dejan en el exterior, aunque a resguardo de las aves. Conseguir agua puede obligar a fundir hielo o nieve, pero en ciertas zonas y en verano es posible obtenerla en estado líquido en pequeñas corrientes o lagunas.

Para mantener el cuerpo saludable, además de la alimentación y control médico que hace el doctor de la dotación, en las bases se cuenta con espacios destinados para actividad física (gimnasio) y para recreación, esto facilita mantener la salud, especialmente en los periodos que no se puede salir por las condiciones climáticas extremas que cursen.

Las viviendas: las bases y los refugios

Las rigurosas características climáticas de la Antártida obligan a las personas a residir en ambientes especialmente protegidos, que suelen ser bases o refugios. Las bases permanentes son aquellas que se encuentran habitadas y operativas durante todo el año, aunque en invierno solo permanece una dotación mínima que se ocupa de su mantenimiento y del registro de datos. Un caso particular es el de las bases Esperanza, de Argentina, y Frey, de Chile, donde habitan familias completas. Las bases temporales están activas únicamente los meses de verano. Los refugios son alojamientos de dimensiones y comodidades reducidas, que se utilizan para apoyar los trabajos de campo en zonas de interés alejadas de las bases. Hay refugios dispersos en diversos lugares del territorio antártico, a los que proveen de alimentos, combustible y prendas de abrigo las bases próximas. No existe un tipo estándar de refugio, los más antiguos eran fijos y de madera, los actuales pueden ser contenedores acondicionados de forma especial o estructuras de fibra de vidrio, más fáciles de transportar.




Vestimenta


A. gafas de sol

Las gafas de sol con filtro para la radiación ultravioleta (rayos uv) son indispensables para prevenir las lesiones producidas por el reflejo de los rayos del sol en la nieve. Además, las gafas de protección resguardan los ojos y la cara de las partículas (nieve, cristales de hielo, arenilla, etc.) que vuelan durante las fuertes tormentas.


B. Calzado

Son de uso frecuente las botas con suela de goma y abrigo interior. En caso de caminar sobre hielo, se utilizan botas rígidas especiales a las que se ajustan armazones metálicos con puntas, denominados crampones, para evitar resbalar.


C. Guantes

Resultan imprescindibles; es muy común usar guantes finos y, por encima, otra cubierta más

gruesa e impermeable.


D. Gorro y capucha

Una de las partes del cuerpo más sensibles al frío y, además, por donde se pierde gran cantidad de calor, es la cabeza. Por eso se debe usar gorro y capucha.


E. Chaquetón y pantalón

Cubren las varias capas de abrigo. Resguardan del viento, nieve o agua, pues una prenda mojada pierde su capacidad aislante.







La logística y los medios de transporte


El éxito de una expedición antártica depende en gran medida de su logística, que abarca facetas como transporte, comunicaciones y seguridad del personal. Es necesario planificar las tareas por realizar y disponer de información sobre los sitios de trabajo, sus riesgos y condiciones ambientales. Se trata de una logística muy especializada, que requiere personal muy bien formado y que supone un coste elevado. Las conexiones por radio y satelitales desde la Antártida ya forman parte de las actividades de rutina. La llegada de Internet y de la telefonía móvil y satelital han facilitado y agilizado aún más las comunicaciones con la Antártida. Además de contribuir a la seguridad, hoy es común la transmisión en tiempo real de datos obtenidos in situ por instrumentos, estaciones automáticas o cámaras web.


A la Antártida se puede llegar en avión o en buque, normalmente de gran porte y que concentran el transporte de carga y personal. El viaje en buque implica navegar por los océanos más fríos y peligrosos del planeta. La presencia de témpanos obliga a las embarcaciones a contar con un casco reforzado. Los rompehielos pueden trasladarse a través del mar congelado con relativa facilidad y tienen, además, radares que detectan los témpanos y reciben pronósticos meteorológicos actualizados de las bases.


La actividad logística se incrementa mucho durante el verano, cuando los buques llegan a las bases para renovar su personal y reabastecer con alimentos, combustible y equipos, y trasladar a los científicos que desarrollarán sus proyectos de investigación. El estricto cumplimiento de las normas de seguridad permite prevenir los accidentes y, aunque lamentablemente han ocurrido, el espíritu de cooperación que existe entre los distintos países que trabajan en Antártida ha permitido salvar muchas vidas.


Las vías de acceso y el turismo


Para ahorrar tiempo y dinero, los países más australes ubican sus centros logísticos lo más cerca posible de la Antártida, por ejemplo, Argentina en Ushuaia, Australia en Hobart, Chile en Punta Arenas, Nueva Zelanda en Christchurch o Sudáfrica en Ciudad del Cabo. A la Antártida se puede llegar en avión o en buque, normalmente de gran porte y que concentran el transporte de carga y personal. El viaje en buque implica navegar por los océanos más fríos y peligrosos del planeta . Mediante el uso de aeronaves, es posible viajar desde estos puntos de acceso hasta las escasas pistas de aterrizaje que existen en la Antártida. Para reducir costes, otros países del hemisferio norte y el turismo en general utilizan también las mencionadas vías de acceso. La mayor parte del turismo antártico se realiza en barcos grandes, con numerosas comodidades, y proviene de los países más desarrollados. Los sitios más visitados se encuentran en el norte de la península Antártica, en parte por sus paisajes y diversidad de fauna y, también, por su cercanía a América del Sur. La isla Decepción, por sus excepcionales valores históricos y naturales, es uno de los lugares más frecuentados. En cuanto al turismo de aventura, es común la presencia de pequeños aviones y barcos, que trasladan a personas para realizar travesías con esquís o ascensiones a montañas. El significativo aumento del turismo en los últimos años está generando la necesidad de seguir desarrollando la normativa que lo regula, con el objeto de asegurar la preservación del ambiente y velar por la seguridad de los visitantes.



La energía


El combustible de origen fósil es la principal fuente de energía en las bases, aunque en muchas de ellas, así como en estaciones de medida, se utilizan paneles solares y generadores eólicos. Es un importante desafío desarrollar el uso de nuevas fuentes de energía que sean más limpias y eficientes. Tal exigencia es máxima en la Antártida, ya que se trata de conservar el medio ambiente de la manera más impoluta posible y, al mismo tiempo, de suplir las demandas de energía que plantea un medio tan distante y frío.





El Tratado Antártico


El Tratado Antártico (TA) fue firmado por los 12 países que habían participado en el Año Geofísico Internacional (AGI) de 1957-1958. La experiencia del AGI demostró que era posible establecer bases en la Antártida y desarrollar la cooperación científica sin entrar en conflictos. Desde entonces, 36 países más se han adherido, y son hoy 48 en total los que reconocen el Tratado. En el anexo A.1 se puede consultar la relación de países integrados en el Tratado Antártico.


El Tratado se firmó el 1 de diciembre de 1959 en Washington (Estados Unidos), entró en vigor el 23 de junio de 1961 y se convirtió desde ese momento en una referencia de los avances que se pueden lograr mediante la cooperación internacional. El Tratado afecta a los territorios, incluso a las barreras de hielo y al océano, ubicados al sur de los 60° de latitud S y establece que «la Antártida se utilizará exclusivamente para fines pacíficos» (artículo I), que «la libertad de investigación científica en la Antártida y la cooperación [...] continuarán» (artículo II), que «las Partes Contratantes acuerdan proceder […] al intercambio de observaciones y de resultados científicos sobre la Antártida, los cuales

estarán disponibles libremente» (artículo III) y que «todas las regiones de la Antártida, y todas las estaciones, instalaciones y equipos que allí se encuentren […] estarán abiertos en todo momento a la inspección» (artículo VII). 


La importancia del Tratado se aprecia en que, a pesar de los conflictos y las tensiones mundiales de los cincuenta últimos años, la Antártida se ha mantenido como zona de paz, cooperación científica y territorio protegido. El Tratado Antártico y los diferentes acuerdos, protocolos y organizaciones que lo han ido desarrollando conforman lo que se conoce como Sistema del Tratado Antártico. Incluye diversos acuerdos de carácter internacional sobre temática antártica, como la Convención para la Conservación de las Focas Antárticas (Londres, 1972), que entró en vigor en el año 1980, y la Convención para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (Canberra, 1980), que está vigente desde 1982.


El Protocolo sobre Protección del Medio Ambiente (Protocolo de Madrid), aprobado en 1991, es el texto normativo más importante aparte del Tratado Antártico y se comenta más detalladamente en el apartado 1.5. A pesar de que las ballenas habitan en aguas antárticas, no se aborda en estos acuerdos su problemática específica, sino en la Convención Internacional para lan Reglamentación de la Caza de la Ballena, que precedió al Tratado Antártico. Además de estas normas acordadas por los países firmantes del Tratado, los otros elementos del Sistema del Tratado Antártico son los diversos órganos que gestionan las actividades que se realizan en la Antártida.


Una vez al año se realiza una Reunión Consultiva del Tratado Antártico, con la participación de los países firmantes del Tratado Antártico y de las organizaciones que forman parte del sistema, que se centra en el intercambio de información y consultas, así como en la elaboración de propuestas para la aplicación del tratado.


Foros antárticos


El Comité Científico para la Investigación Antártica (SCAR, sigla de Scientific Committee on Antarctic Research) fue creado en 1958. Se trata de una organización no gubernamental, constituida por científicos y cuyos objetivos son promover y coordinar la investigación científica que se desarrolla en la Antártida. 


Además, es el órgano asesor del TA en materia científica. El Consejo de Administradores de Programas Antárticos Nacionales (COMNAP, sigla de Council of Managers of National Antarctic Programs) se ocupa de coordinar el apoyo logístico necesario para las actividades científicas en la Antártida.


En el ámbito latinoamericano existe una organización que se ocupa de los temas indicados para el COMNAP, en lo que afecta a los países de esa región. Se trata de la Reunión de Administradores de Programas Antárticos Latinoamericanos (RAPAL), en la que participan Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, Perú, Uruguay y Venezuela. La Coalición para el Océano Austral y la Antártida (ASOC, sigla de Antarctic and Southern Ocean Coalition) está formada por diversos grupos cuyo objetivo es la protección ambiental. Esta organización interviene en las reuniones del Tratado con estatus de observador.


Por último, cabe mencionar a la Asociación Internacional de Operadores Turísticos Antárticos (IAATO, sigla de International Association of Antarctica Tour Operators). Fue creada en 1991 por varios operadores turísticos con el objetivo de promover actividades turísticas responsables y participar en el Sistema del Tratado Antártico. También asiste a las reuniones consultivas del Tratado como observador. La información sobre el funcionamiento del Sistema del Tratado Antártico y sobre sus diversos órganos puede consultarse en la página web de la Secretaría del Tratado Antártico, que se encuentra en Buenos Aires, Argentina: <www.ats.aq>. Los textos se encuentran en español, que es una de las cuatro lenguas oficiales del tratado, junto con el inglés, el francés y el ruso.


LA PROTECCIÓN AMBIENTAL DE LA ANTÁRTIDA


Desde finales de los años sesenta y comienzos de los setenta, se generó en el mundo una creciente preocupación por proteger el medio ambiente de los efectos de las actividades humanas. Esta realidad no fue ajena a la Antártida, por lo que los países que ya entonces formaban parte del Tratado Antártico fueron acordando gradualmente regulaciones para las actividades desarrolladas en el continente blanco.


El Protocolo de Madrid


Hoy en día podemos hablar de un proceso normativo que tuvo su momento cumbre en el año 1991 cuando se firmó el Protocolo del Tratado Antártico sobre Protección del Medio Ambiente, conocido también como Protocolo de Madrid y vigente desde el año 1998.


El Protocolo de Madrid es la principal herramienta internacional para la protección del medio ambiente antártico y declara a la Antártida reserva natural dedicada a la paz y a la investigación científica. Contiene una serie de principios y procedimientos que deben aplicarse a todas las actividades que se desarrollen en el continente. Asimismo se creó el Comité para la Protección del Medio Ambiente, encargado de revisar permanentemente los temas ambientales y asesorar a las reuniones consultivas del tratado sobre la implementación de medidas ambientales complementarias.


Entre los principales aspectos abarcados por el Protocolo de Madrid, están la protección de la flora y la fauna, el tratamiento de los residuos, la gestión de las zonas protegidas y la prevención de los impactos ambientales.



La flora y la fauna antárticas, bien protegidas



Con el objeto de proteger la vida autóctona de la Antártida, está prohibido matar, herir, manipular y molestar a los animales o dañar la vegetación. Los peces se encuentran en el ámbito de una regulación particular, la Convención para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA).


Solo los científicos pueden acceder a un sistema de permisos que ha establecido el Tratado Antártico. Así, por ejemplo, los biólogos autorizados estudian las colonias de pingüinos, en las que evalúan, entre otras cosas, el éxito reproductivo o la dieta de estos animales. El hecho de que otras personas no puedan interactuar de manera directa con la fauna permite a los científicos trabajar en un ambiente casi prístino, poco modificado por el hombre, situación infrecuente en el resto del mundo.


Otro aspecto importante de la protección de la fauna y la flora locales es la prohibición para introducir especies no autóctonas. Históricamente, se llevaron al continente diversos animales e, incluso, plantas. Un caso muy reconocido fue el de los perros, utilizados durante décadas para tirar de trineos. 


Con el tiempo, diversos estudios comenzaron a señalar que la presencia de animales provenientes de otras latitudes podría tener consecuencias negativas para la flora y la fauna locales. Entre los problemas detectados se encuentran el posible desplazamiento de las especies locales debido a la ocupación de sus hábitats por parte de especies invasoras que no cuenten allí con depredadores y la

transmisión de enfermedades no presentes en la fauna antártica. Asimismo algunas especies foráneas podrían constituirse en depredadoras de las locales. Fue por eso por lo que, desde la entrada en vigor del Protocolo de Madrid, quedó prohibida la introducción intencional no controlada de especies no autóctonas, a la vez que las aún presentes debían ser retiradas, como los perros. Esto supone, por ejemplo, impedir la entrada de pequeños roedores o insectos en la carga de buques o aviones. La preocupación actual radica en que, debido al calentamiento climático, especies que actualmente no prosperarían en la Antártida podrían hacerlo bajo futuras condiciones de temperatura más alta y afectar a las especies locales.


Otras cuestiones vinculadas a la protección de la fauna también han sido abordadas en los últimos años. Un ejemplo es la adecuada utilización de aeronaves cerca de concentraciones de aves y mamíferos, para lo que se formuló una serie de recomendaciones, que incluyen alturas y distancias mínimas de separación entre los vehículos y las colonias de animales.


¿Qué se hace con la basura?


La principal premisa es la minimización de los residuos a partir de una adecuada planificación de las actividades. A menor cantidad de residuos generados, menor posibilidad de producir contaminación.

Sin embargo, la gestión no se detiene aquí. Un estricto sistema de clasificación de residuos rige también en todas las estaciones científicas, campamentos o buques que trabajan en la Antártida. Si bien puede haber algunas pequeñas diferencias entre países, en líneas generales los residuos se separan en restos orgánicos, plásticos, metales, cemento, vidrios, residuos peligrosos o tóxicos y aguas residuales.


Otra de las claves de la gestión de los residuos radica en que la gran mayoría debe ser retirada de la Antártida por sus propios generadores. Solo los residuos orgánicos y las aguas de baños y cocinas pueden tratarse en el continente mediante la utilización de equipos especiales. El resto de los residuos se almacenan bajo estrictas condiciones, por lo general en contenedores aislados del

sustrato, hasta que son desalojados de la Antártida, principalmente por barco. Esto ha sido un paso fundamental a la hora de evitar la contaminación de los mares y los suelos antárticos. Se aplican, además, restricciones mayores para el almacenamiento y transporte de los residuos peligrosos o tóxicos. Debe tenerse en cuenta que en la Antártida la energía para iluminación, calefacción y uso de vehículos y embarcaciones se generan, sobre todo, a partir de combustibles de origen fósil. Por ello, las mayores cantidades de residuos tóxicos provienen de estos así como de aceites minerales. Los laboratorios científicos también producen una amplia gama de residuos de sustancias químicas, aunque en general en pequeñas cantidades.


Hasta la entrada en vigencia del Protocolo de Madrid en 1998, muchos residuos se arrojaban al mar, se quemaban a cielo abierto o se enterraban en el sustrato, lo que constituía una fuente de contaminación. Se requiere, entonces, un considerable esfuerzo logístico y económico que permita clasificar, almacenar y transportar los residuos a varios miles de kilómetros de distancia de su lugar de generación. Otra manera de prevenir la contaminación, pero en este caso de los buques que navegan en aguas antárticas, es aplicar toda la normativa internacional relacionada a la prohibición de eliminación de basuras y líquidos contaminados desde las embarcaciones. Con esto no solo se busca limitar la posible contaminación de los mares, sino también proteger la fauna. En este sentido, se debe tener en cuenta la incidencia de la pesca ilegal sobre las focas o lobos marinos que quedan atrapados en las redes.



La protección de los sitios más valiosos


Otra de las medidas de protección implementadas en la Antártida es el establecimiento de Zonas Antárticas Especialmente Protegidas (ZAEP) y Zonas Antárticas Especialmente Administradas (ZAEA). Si bien todo el continente es una gran reserva natural protegida, el tratado estimó necesario

que determinadas áreas recibieran mayor protección. Para ello se crearon las ZAEP, sectores terrestres o marinos con valores naturales o científicos excepcionales, en los que se encuentra restringido el acceso humano. Solo los científicos o quienes deben realizar tareas de control o mantenimiento pueden acceder a esta especie de pequeñas reservas naturales. Los primeros pueden trabajar con la fauna, la flora o allí donde hay especiales valores geológicos, sin la interferencia de otras actividades humanas, como el turismo o las operaciones logísticas. Bajo este estatus de protección, se encuentran grandes colonias de pingüinos, sectores de reproducción de otras especies o sectores con coberturas de vegetación excepcionales, así como yacimientos de fósiles, debido a su alto valor científico.


Las ZAEA son otra categoría para la gestión de zonas creada por el Protocolo de Madrid. El objeto de estas es el ordenamiento de diferentes actividades que confluyen en un mismo espacio. Un ejemplo de zona designada como ZAEA es la isla Decepción. Toda la isla es un volcán activo, situado en el archipiélago de las islas Shetland del Sur. Una de sus características es que su caldera se encuentra inundada por el mar, por lo que constituye un puerto natural. Como volcán activo, ya de por sí es de interés para la ciencia, pero lo es también por su ubicación y por su vegetación endémica asociada al calor que emite el volcán al sustrato. Como consecuencia de todos los atractivos de la isla y por su accesibilidad, es el sitio más visitado de toda la Antártida. Por los motivos mencionados, se acordó que la totalidad de la isla se constituye en una ZAEA. Esto significa que se ha establecido un plan de gestión que ordena las actividades logísticas y turísticas, de manera tal que no se vea interferida la labor científica y que no se perturben los valores naturales e históricos del lugar.


En la Antártida los sitios históricos más valiosos han sido incluidos oficialmente por el Protocolo de Madrid en la categoría de Sitios y Monumentos Históricos. Esta designación conlleva que no pueden ser dañados ni retirados, y se preserva así el patrimonio histórico antártico. En su mayoría, estos sitios evocan algún acontecimiento de la época de las expediciones antárticas de los siglos XIX y principios del XX (como es el caso de las cabañas de los exploradores pioneros o de la vieja factoría ballenera de isla Decepción), o eventos relacionados con la firma del tratado y la cooperación entre países.


La prevención de los impactos ambientales


Para contribuir a que se causen las menores consecuencias negativas posibles al medio ambiente, el Protocolo de Madrid establece la obligación de que toda actividad que se lleva a cabo en la Antártida debe estar sujeta a una evaluación de impacto ambiental, previa a su inicio. Esto comprende las actividades científicas, las logísticas (por ejemplo, la construcción de una estación científica) y las turísticas, entre otras. Quienes realizan estas evaluaciones son las autoridades nacionales de cada país miembro del tratado, y es necesaria la aprobación internacional por parte del Comité de Protección Ambiental antes de la actuación, en el caso de que tenga cierta importancia. El objeto de estos estudios no es únicamente determinar cuáles serán las consecuencias que una actividad tendrá en el ambiente, sino también plantear modificaciones o programas de seguimiento posterior, para cada actividad. Por ejemplo, ante la propuesta de construcción de un nuevo laboratorio en una base antártica, se evalúan las alternativas para su ubicación de acuerdo con la cobertura vegetal o la cercanía a la fauna. Asimismo se estudian las diferentes opciones de materiales y técnicas de construcción para elegir las menos contaminantes o se toma la decisión de construirlo en determinado mes del año para no interferir con la época de reproducción de las especies de aves que anidan en las cercanías. Es previsible que en el futuro se desarrollen una mayor regulación de las actividades turísticas, de gran crecimiento en los últimos años, un mayor control por parte de la CCRVMA de la pesca ilegal y medidas más efectivas para minimizar la introducción en la Antártida de especies no autóctonas.



En el video, alrededor del 13:33 min se menciona que en el Hemisferio Sur hay 18 especies de pingüinos, y la Antártida presenta 4 de ellas. Pero, en las fotos de las bases vi más diversidad. ¿Es correcto el dato del video?

Imagen que se ve a los 13:33 min del video

Para aclarar esta duda consulté a los expertos y me respondió Pablo Perchivale del IAA de la siguiente forma:
"Es correcto, son 4 los pingüinos de distribución antártica, (o sea forma colonias reproductivas), Papúa, Adelia, Barbijo y Emperador. El Rey, Penacho Amarillo y Macaroni son de distribución subantártica, pueden llegar y de hecho es así, a zonas antárticas pero son mas bien infrecuentes e individuos aislados (esto es, NO forman colonias reproductoras tan al sur). Algunos autores sostienen que hay una pequeña actividad reproductiva del Macaroni en la península. Pero, aun así se la siguen considerando especie subantártica". (7-sep-2016)

Fuentes de consulta:

  1. http://www.marambio.aq/cormillot.html
  2. Blog Biología en la secundaria
  3. Libro: Antártida Educa
  4. Mi ciudad y la Antártida llegan a la escuela
  5. https://www.fuerzas-armadas.mil.ar/Noticia-2018-09-03-curso-antartico.aspx


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